En la terapia hortícola, nuestro co-terapeuta es la naturaleza misma. Ella es, incluso, el temenos que sostiene y permite los cambios terapéuticos. Todas las tareas propias de la jardinería son posibles indicaciones terapéuticas, que nos reubican como sujetos inmersos en esa naturaleza, y no separados y distantes de ella. Una de las llamadas «terapias de la naturaleza» y emparentada con la ecopsicología y la ecología, la terapia hortícola nos recuerda que somos ciclos, que estamos aquí-y- ahora y que todo pasa.
En mi espacio Ítaca, una huerta en la vereda -pequeño pulmón barrial debajo de un fresno ya añoso-, recibe a quienes vienen.