La Tierra tiene alma

Carl Jung.

En la terapia hortícola, nuestro co-terapeuta es la naturaleza misma. Ella es, incluso, el temenos que sostiene y permite los cambios terapéuticos. Todas las tareas propias de la jardinería son posibles indicaciones terapéuticas, que nos reubican como sujetos inmersos en esa naturaleza, y no separados y distantes de ella. Una de las llamadas «terapias de la naturaleza» y emparentada con la ecopsicología y la ecología, la terapia hortícola nos recuerda que somos ciclos, que estamos aquí-y- ahora y que todo pasa.

En mi espacio Ítaca, una huerta en la vereda -pequeño pulmón barrial debajo de un fresno ya añoso-, recibe a quienes vienen.

Tanto ella como el jardín son lugares en donde lo terapéutico puede discurrir, moviendo el setting de la terapia fuera de las paredes del consultorio. El espacio es habitado y recorrido, también, por mi yo auxiliar Suárez -un caniche toy macho de 8 años- y dos gatas, quienes asisten en la regulación emocional de quienes estamos en él y nos permiten conectar con el tiempo presente y los ciclos naturales de manera directa y amable. Ninguno de los animales ingresa a consulta en el caso de que quienes asistan presenten fobias específicas vinculadas con perros y/o gatos.